Hace unos
días me contaba una madre que su hijo de 5 años no quería ir al
colegio porque su profesora le ponía en todos los trabajos que
realizaba “mal” o “muy mal” y paso a hacer una reflexión
sobre ¿qué puede hacer mal un niño que está empezando su
aprendizaje y que tiene muchos años por delante para conseguir
aprender?.
En primer
lugar me permito, a riesgo de equivocarme, juzgar que la profesora,
que se supone que es adulta, no ha aprendido nada sobre enseñanza.
Un alumno,
es eso, un alumno. Un ser que pone sus facultades al servicio del
aprendizaje y que parte de sus capacidades y posibilidades y no
desde nuestras expectativas. Si no hemos comprendido eso, debemos
dedicarnos a otra cosa que no sea enseñar.
Un niño,
quiere ser valorado y comprendido y sólo desde esa premisa podrá ir
aprendiendo y creciendo.
Si a tan
corta edad, le hacemos saber que no sirve, estará perdido para el
resto de su vida y eso es terrible.
El mayor
error en la enseñanza es dar al niño lo que no puede digerir o
aquello en que no pueda afianzar sus habilidades.
Es de
sentido común y lo sabemos por propia experiencia, sin necesidad de
hacer una carrera, que nadie podemos realizar un trabajo para el que
no estamos preparados y que forzarnos a hacerlo sólo nos llevaría
al estrés y a la depresión.
Yo he
abogado siempre porque en la edad infantil, hasta los 8 años, las
evaluaciones hay que hacérselas al equipo de docentes y no a los
alumnos, ya que el alumno sólo quiere lo mejor para él y para sus
padres y hace todo lo que puede para conseguirlo si los adultos les
guiamos bien.
Algunos
dirán : el alumno se porta mal, no atiende, no trabaja, no…¿y
qué?. Busca las causas y soluciónalas y si no puedes hacerlo,
¡ayúdale a crecer desde donde está!, ya que él no es responsable
de nada; ni de los problemas de los adultos ni de nuestra
incompetencia.
¿Qué más
quisiera el niño que ser guapo, listo, hábil, ágil, bueno …tener
los mejores padres y llevar una vida tranquila y feliz? . Si no le
han tocado esas cartas, no puede jugar con ellas.