Demasiadas veces se me olvida quién soy y me confundo y me vivo como los personajes que represento saliéndome de mi paz interior e identificándome con las energías que llegan del exterior.
Vivir cada día hacia el exterior en los personajes de hija, hermana, amiga, vecina, socia, clienta...y depender de la energía que llevas tú y que demasiadas veces choca con la energía del otro, te hace mantener una alerta que te saca de tu fondo, de lo que verdaderamente eres tú y el otro, seres perfectos pero inconscientes.
Todos sabemos que cuando nos encontramos broncos, espesos, oscuros..., vamos hacia los otros con agresividad, no queriendo entender, molestándonos cualquier movimiento del otro..., en realidad no somos nosotros y ni siquiera queremos mostrar ese personaje, pero al no pararnos a ver ¿ qué nos está pasando?, ¿ por qué tomamos esa actitud ?, ¿ de dónde viene ese malestar ?, ¿ qué datos equivocados estoy manejando ?..., salimos a pelearnos con el que encontremos de frente y como al otro le ocurre lo mismo, entonces vienen los problemas.
Si uno de los dos conociera quién es, estuviera lúcido, presente, enseguida se daría cuenta de que el otro viene con su neura y le comprendería, le ayudaría a que vea que el problema está en él y dejaría pasar el momento, entendiendo que sólo se puede dar lo que se tiene, pero que se trata de un momento concreto porque nosotros no somos nuestros estados de ánimo ni nuestra inconsciencia. Nosotros somos algo mucho más profundo, somos buena energía, somos amor, somos comprensión, somos perfectos pero sin concienciar nuestro potencial, aunque todos deseamos ser eso que intuimos que es bueno.
Poder verme y ver al otro en la realidad última haría que yo estuviera siempre con mi alerta de comprensión y amor y dejaría pasar muchas de las cosas con las que me identifico y que ni siquiera son mías, ni necesarias para mi felicidad, pero que me hacen salirme de mi verdadera paz y representar personajes que ni me benefician a mi ni al otro.
Claro que ningún huerto tiene bellas flores sin un buen jardinero que cuide con esmero del vergel y menos si siempre estás asomado en los muros para ver lo que ocurre fuera de él.
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