viernes, 10 de enero de 2014

OTROS CUENTOS

Mira que lo siento Cristina, porque yo a ti, no sé por qué, te apreciaba. Te casaste con un chico del pueblo, parecía sencillo y majo. Tuvisteis niñ@s y pareciáis una familia... normal, dentro de lo que cabe " el normal "  en la Monarquía, que dicho de paso no entiendo por qué alguien puede ser rey o príncipe -a mi me gustaba más que sólo fuera en los cuentos- pero eso son cosas mías que dicho de paso no vienen a " cuento ".

Tu esposo quiso alargar tanto la mano y el proceso, creyéndose  inmune, que al final te implicó a ti. No ha actuado como un verdadero príncipe de cuento (a lo mejor porque sólo es duque) salvando a la princesa, haciéndose cargo de sus actos y pagando por ellos en cuanto salió el caso, en vez de dar largas y largas. Si hubiera sido valiente, como en los cuentos, hubiera cumplido condena en la prisión, llevaría ya unos añitos encadenado y no se hubiera investigado más, con lo que tú, princesa de verdad, estarías tranquila en tu palacio, aunque no fuera Predralbes, pero sí en casita de papi, el REY, o en   EE UU o en SUIZA, como corresponde a la élite, que para eso se supone  son los poderes.

La realidad es otra cosa. En la realidad, no hay nadie que crea que las esposas no se enteran de los actos de sus maridos y menos si traen a casa dinero a palas, sin (nunca mejor dicho) dar palo al agua. Tampoco se cree nadie que los familiares no sepan cómo aumentan sus capitales, sin que te toque la lotería varias veces como a algunos políticos y sin tener poderes mágicos, como ocurre en los cuentos. La madrastra tenía su espejito para informarse, ahora hay investigadores, asesores y multitud de personas y medios dispuestos a borrar, tapar, mentir, embarullar... lo que haga falta para que la plebe no sepa, no se entere de nada, sonría y viva feliz con los programas televisivos, que para eso están....  y muerdan la manzana de la ignorancia.

Lo siento, pero a lo mejor empezamos a cambiar los finales de los cuentos y ya ni son tan felices ni comen perdices y espero que tampoco nos den con el plato en las narices, porque eso no me gustaría  nada, nada. De justicia ni hablo porque en los cuentos tampoco se mencionaba, por lo menos en los que yo leía no había malversación, ni prevaricación, ni pleitos, ni... Los malos pagaban y los pobres eran liberados por los príncipes de males y dragones.

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